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lunes, 29 de agosto de 2011

PARADOJA

Ustedes no se han encontrado con personas incomodas de tratar, que resulta un gran esfuerzo hasta tener una simple conversación porque todo lo complican, personas también que en vez de hablar ladran, personas que a todo le quieren sacar beneficio, personas que no dejan pasar ni un mosquito y que todo lo cargan,  personas que le gustan mandar, mandar y mandar aún con las personas que no son sus empleados, y otras que solo le gustan pedir, pedir, pedir y no dar, personas que siempre están a la defensiva y también personas que todo lo ven negativo y todo lo exageran, y otras súper interesadas que por un peso matan a cualquiera, después preguntan porque siempre están solas, o porque los demás prefieren a otra persona muy diferente .  Pues bien si he encontrado muchas clases de personas como estas, hasta enfrente de mi espejo y es ahí que me pongo analizar lo difícil que somos las personas y lo empeñadas que estamos en hacernos nosotros mismos infelices, cuando es tan simple evitar tantas complejidades. 

Me ha tocado lidiar en dos ocasiones con dos tipos de mujeres de diferente edad pero con situaciones parecidas: vivían sola, cada una con su único hijo, nunca se habían casado, le molestaba todo, querían tener el control de todo y hablaban de todos y de todo, y en el fondo eran muy infelices, todos los días estaban mas solas porque era difícil tratar con ellas y la sociedad decidió por aislarlas.

Pero también me he encontrado con personas, y hasta enfrente de mi espejo, que da gusto tratar , personas que están siempre dispuestas, personas que ven lo positivo antes que lo negativo, personas que dejan pasar muchas cosas a fin de evitar tener problemas, personas muy solidarias y personas tranquilas y confiadas las cuales no tienen porque estar a la defensiva.

Conocí a un joven en mi clase que  siempre estaba dispuesto ayudar a los demás, cuando alguien no podía  comparar lo que necesitaba para la clase, el compartía lo suyo, también era el encargado de encaminar en su carro a los que andaban a pie lo más cerca posible de sus hogares, siempre estaba riendose y aún bien cansado estaba dispuesto ayudar al otro, todo el mundo quería estar cerca de él, por lo que siempre estaba rodeado de amigos, pero Edison, que así se llamaba, tenia 7 años de casado y no podía tener hijos, estaba en tratamiento continuo pero hasta ese momento no habían dado resultados, pero esto no le impedía seguir sonriendo, seguir sirviendo a los demás, seguir viviendo.

La vida tiene tantas paradoja que a veces es mejor olvidarse de ellas, pero también necesitamos recordarlas para tenerlas como ejemplo de como vivir, de como actuar.  Somos tan diferentes y tan distintos, pero de lo que estoy segura que es mejor reír que llorar, es mejor dar que pedir, es mejor actuar a que no, es mejor ser más hijos de Dios.

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