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jueves, 30 de junio de 2011

SIN TEMOR


Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? Isaías 51:12Mientras vivas en este mundo, los enemigos aparecerán todos los días, intentando traer dolor a tu corazón. Los encontrarás en el vecindario, en el lugar de trabajo y hasta en medio de la familia. Pero, también pueden ser una circunstancia difícil, una enfermedad, un momento de adversidad, en fin…

El consejo divino de hoy es una palabra de advertencia: no temas al enemigo, míralo de frente, a los ojos; no huyas, no corras, no te escondas. Hay dos motivos para proceder de este modo. El primero es que Dios es tu consolador. La palabra consolador, aquí, no se refiere únicamente al que ofrece palabras de ánimo sino, más bien, al que da fuerza para enfrentar a las personas y las circunstancias, a pesar de cuan poderosas puedan ser o parecer.
La otra razón para no temer al enemigo es que “el hombre es mortal y el hijo del hombre como el heno”. El heno es paja seca que lleva el viento: no tiene sustancia, ni contenido; solo apariencia. Si te pones a pensar, la mayoría de las personas, las cosas o las situaciones que a veces te amedrentan solo parecen temibles. Tu imaginación es la que hace, de ellas, amenazas terribles.
Son como los espantapájaros, con apariencia de feos y malos pero, si te aproximas a ellos, verás que son incapaces de hacerte algún mal. El Dios maravilloso que te hizo esta promesa no conoce de derrota, y jamás ha fallado con aquellos que han depositado su confianza en él.
Decirte que no hay nada amenazador delante de ti, que no existen dificultades o desafíos, sería negar la realidad. ¡Claro que los hay! Siempre los hubo, y los seguirá habiendo. Pero, si tienes presente que a tu lado está el Señor, enfrentarás la lucha con la certidumbre de que tu enemigo ya es un enemigo vencido. Haga lo que haga en contra de ti, no es más que paja seca, que el viento lleva.

Sal hoy, rumbo a la batalla del día, seguro de la victoria. Coloca tus temores en las manos de Dios. No huyas. Ningún peligro tiene el derecho de asustar al hijo de Dios. Y recuerda la promesa del Señor: “Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno?”

lunes, 20 de junio de 2011

COMO LOS MONOS.

El viernes pasado les lleve a mis niños un kit promocional que me habían regalado  en la inauguración de Kid´s Fitness San Cristóbal.  Para que no pelearan le di a Uriel el bolígrafo y a Sebastián el llavero, pero el asunto no se termina ahí, Uriel, mi hijo mayor ni siquiera vio bien su bolígrafo, cuando dijo que quería el llavero que le tocaba a Sebastián, ni pensó que el bolígrafo le sería mas útil porque él ya sabe leer y escribir, en lo que estaba pendiente al llavero de Sebastián, sin importarle si lo del es mas útil o no.

Yo le reclamaba eso, le decía que le prestara atención a su regalo y deje de ver el de su hermano, y que a la vez de gracias porque a otros niños no le regalan nada, pero no valió mi discurso, insistió en jugar con el regalo de Sebastián.  Una amiga mía que estaba en mi casa en ese momento me dijo ¨Dejalo mija, que no solo los niños son así, también la gente grande, tu no ves que siempre queremos lo que tiene el otro¨textualmente esas fueron sus palabras.  
Luego yo me preguntaba si yo no he sido así alguna vez,  no solo cuando era niña, porque es normal que los niños quieran lo de los otros niños, sin importar si lo suyo es mejor, sino ya de adulta y me puse a reflexionar eso, y me di cuenta que a veces no miramos lo que tenemos, lo que nos han regalado, sino que nos fijamos más en lo que tiene el otro y hacemos comparaciones y no nos fijamos en lo que tenemos, pero todo esto pasa cuando sentimos que lo que tiene el otro puede ser mejor que lo que tenemos, sino es así, solo chequeamos a ver si es así  y ya, bueno eso es lo que creo.
 Pero en eso perdemos esos segunditos preciosos de agradecer primero a Dios por lo que tenemos, por estar pendiente a los demás. Y me acuerdo mucho de una frase muy cómica que siempre dice mi mamá para esas situaciones: ¨Son como los monos¨ 
Lo malo de esto, es cuando llegamos a comparar, a dejar como decía, de dar gracias por lo que hemos tenido y a quejarnos por lo que no.  El padre Juan me decía que debemos dar gracias a Dios por todo, y creo que el no tener lo que los demás tienen también es un motivo de dar gracias.  Uno no sabe si lo que no tenemos tiene un sentido o un propósito, que lleva a una enseñanza, a una situación mejor.
Por eso si un día quiero ser como los mono como dice mi mamá, voy a tratar de recordarme de todo lo que tengo poco o mucho y darle gracias a Dios por eso.